Ante el incremento del uso de criptomonedas para el lavado de dinero, las autoridades y entidades bancarias trabajan incansablemente para mitigar de la manera más precisa esta problemática.
Así pues, para comprender un poco mejor la situación, es crucial partir desde aquel dato crucial emitido por el FMI, que revela que alrededor del 8% (6,3 billones de euros) del producto interno mundial, proviene del dinero negro o sucio, lo que se entiende como una amenaza latente sobre la economía global.
Lavado de dinero y criptomonedas
Cada vez que se pretende que aquellos activos o dineros provenientes de actividades ilícitas circulen “normalmente” tal y como si se tratara del fruto de actividades amparadas por el marco de la legalidad, es justamente cuando se habla de lavado de dinero.
Por lo anterior, es apenas comprensible que el característico anonimato que acompañan las operaciones con activos digitales, se preste para ejecutar operaciones de esta índole.
Cabe señalar que, si bien se han venido implementando regulaciones y normatividades que buscan combatir lo ilícito de estos movimientos financieros, la presencia de las criptomonedas y particularmente del Bitcoin, suponen un desafío superior para el que hasta el momento, no existe un blindaje perfecto.
Puesto que las estafas provenientes del denominado criptolavado son un hecho que no se puede ocultar, aquello que se concibe como un punto a favor por parte de las monedas digitales para rápidamente a transformarse en un obstáculo para poder rastrear el dinero.
Las plataformas de intercambios descentralizados sin siquiera saberlo, en ocasiones pueden favorecer estas actividades ilícitas, lo mismo que el pirateo de cuentas para hacer uso de billeteras privadas.
Lo que se espera de las instituciones financieras
La falta de información que hay de por medio cuando se llevan a cabo movimientos con divisas digitales, es precisamente lo que contribuye a que los bancos no consigan modular como quisieran, la exposición directa a esta serie de acciones fraudulentas.
Por lo anterior, se ha venido implementando una especie de sistema de alerta, con el que se pretende identificar actividades con el potencial para llamar la atención sobre si revisten realmente de legalidad.
Se trata, por lo tanto, de crear algo así como sospechas, para que posteriormente, se puedan descartar o, por el contrario, tomarse muy en serio las alarmas.
La existencia de un software dedicado al monitoreo de la cadena de bloques donde participan las entidades bancarias, es otro punto trascendente para hacerle frente a esta realidad.
Claramente, un banco puede ser un vehículo para conseguir que se legitime un capital, de manera que la exigencia es superior si de lo que se trata es de encontrar herramientas que lo impidan.
Con el blanqueo de dólares y de muchas otras monedas, se cuestiona fácilmente el rol de estas entidades, al tiempo que se reafirma que los ajustes que se están viviendo a nivel económico se reflejan irremediablemente en todas las esferas.
Por lo demás, la ecuación se mantiene como parte de lo que sencillamente se tiene al alcance, y es que mientras sea posible, solo es cuestión de que alguien se anime a hacerlo.