Es una realidad que las criptomonedas no dejan de crecer y que cada vez son más importantes, sobre todo a la hora de hablar de las monedas digitales de banco central (CBDC), que se encuentran debidamente reguladas y controladas por parte de los bancos centrales de las regiones y sus respectivos gobiernos.
A lo largo del planeta más de un centenar de bancos centrales se encuentran trabajando en este tipo de activos o bien se encuentran en estos momentos analizando y dando sus primeros pasos en el desarrollo de estas CBDC que están llamadas a ser el futuro. De hecho, será cuestión de apenas unos años que veamos como muchas de ellas se encuentran en funcionamiento, aunque para algunas habrá que esperar al menos a la segunda mitad de la década, como ocurrirá presumiblemente con la libra esterlina digital a juzgar por las informaciones provenientes por parte de las entidades de Reino Unido.
En cualquiera de los casos, la evolución es necesaria y en el terreno económicos será fundamental el correcto desarrollo y funcionamiento de estas monedas digitales de banco central para garantizar que puedan llegar a funcionar con éxito y los usuarios puedan verse beneficiados de todas las ventajas que pueda tener el uso de las mismas, una tarea que no será sencilla, pero que permitirá disfrutar de ventajas a la hora de realizar pagos digitales.
Sin embargo, la llegada de las CBDC procedentes de la banca tradicional impulsará la inversión en criptomonedas, o al menos así lo aseguran muchos de los expertos en el sector; y es que piensan que la banca tradicional a través de estas acciones hará que los usuarios tengan mayor conocimiento de este tipo de activos y se den cuenta de sus beneficios, lo que puede animarles a realizar sus correspondientes inversiones.
Un efecto contrario
En el caso de que tengan lugar estas previsiones nos encontraríamos en un marco contrario al esperado por los gobiernos y entidades públicas de gran parte del mundo; y es que hemos podido ver como en los últimos tiempos cada vez son más las naciones que se muestran en contra del uso de las criptomonedas; y de ahí que hayan llegado incluso prohibiciones al uso de bitcoin y las altcoins.
Tras muchas de estas restricciones y prohibiciones se encuentra el hecho de que muchas de estas naciones se encuentran en el desarrollo avanzado de sus propias monedas digitales de banco central (CBDC) y tratan de esta manera de hacer frente a unas criptomonedas que hacen peligrar el éxito de las mismas.
El temor de estas entidades es que los usuarios puedan verse aún más atraídos por las criptomonedas tras comprobar el uso de sus CBDC, ya que podrán comprobar los numerosos usos y la gran utilidad que tiene hacer uso de este tipo de dinero digital; pero con las criptomonedas podrían disfrutar de una privacidad que es inexistente en el caso de las CBDC, que se encuentran tras el control del gobierno.
De hecho, las CBDC tienen como uno de sus principales problemas el asunto de la privacidad, ya que los usuarios se podrán encontrar en todo momento controlado; y los gobiernos podrán saber en qué gastan su dinero, cómo y cuándo, una información que atenta contra una privacidad de la que gozan y seguirán gozando en esencia las criptomonedas tradicionales.
En cualquiera de los casos, se puede determinar que la banca tradicional impulsará la inversión en criptomonedas puesto que, de una u otra manera, ayudará a la hora de conseguir que los usuarios tengan un mayor conocimiento acerca de su funcionamiento y de la manera en la que pueden llegar a sacarles partido.
